viernes, 19 de septiembre de 2008

Una Parte De Mi Historia. Sueño/ Realidad




Sólo sé que ustedes son todo cuanto soy.

Hace exactamente diez años, cuando ingresé al secundario, con una vocación a medio formar, una profesión a seguir, que no sólo dependía de la biografía escolar, sino también de la historia familiar. Con docentes del nivel secundario, de historia, filosofía, inglés, trabajo social, y mi tía directora de escuela, charlas frecuentes en las cuales la educación era invitada habitual en la mesa, en las charlas, en los festejos, en los encuentros y desencuentros.
No comprendía muy bien de qué se trataba en realidad, todo lo que encierra, el cansancio de la tía Cristina, que dio clases en la villa Carlos Gardel, y destacaba la calidez de sus alumnos o cuando tomó el cargo de directora, su voluntad, fuerza, era lo más representativo de entrega plena al saber, al camino de la enseñanza/ aprendizaje.
Éstas características familiares sirvieron de huella, a modo de sombra. En octavo y noveno, había desarrollado mi pasión hacia la Geografía. Pero no tuve una docente que me sirviera de ejemplo, o a esta altura sí, para no repetir el modelo. Su autoridad mediante la imposición de miedo, la falta de claridad en sus objetivos, hicieron que al día de hoy, siga sin comprender qué esperaba en una evaluación o cuáles eran sus criterios de enseñanza.
Luego, el proceso del polimodal, al conocer a Teresa, una profesora bastante particular, exigente, perfeccionista, con enorme vocación y respeto hacia los estudiantes. Hasta el más vago escuchaba atentamente sus clases y disfrutaba de los aprendizajes en esta materia tan hermosa.
Ya con un rumbo o meta a seguir: ser docente en Geografía. Disfruté cada clase, cada minuto, cada nuevo hallazgo. Reforzadores de mi futura profesión. Y mis amigos del colegio, mencionaban que era una “Teresita” potenciada porque les explicaba la asignatura con el mayor de los gustos. Recuerdo las explicaciones en el patio del colegio, en grupo, la aclaración de dudas, era una ejecutora ilegal de la pseudo- docencia. Ceci, Estefa, Lau, Natis, Guille.
Sabían que intentaría repetir esa guía en el futuro, tan incierto, tan vacío. Cuando finalizamos tercer año y nos recibimos. Pensando que el mundo terminaba, en realidad se emprendía la historia de nuestras vidas. La página en blanco que debíamos completar. Me refugié en la escritura en esos tiempos. En el año 2001 le escribí un poema a mi prima, que era de emocionarse poco y se soltó a llorar. Me preguntó por qué no lo hacía más frecuentemente. Y jamás se me había cruzado por la mente. Con el transcurso de su enfermedad, la ayudé con palabras, letras de alma a alma. Cuando falleció, me dejó una carta que guardo en lo más profundo del corazón, en la que expresa: “ojalá sea verdad, y haya mucho por ver “allá” del otro lado... Entiendo que sí. Un ángel de la guarda que magnifica mi esencia. En el 2002, estando en el último año del colegio secundario, leí un aviso del diario zonal que nombraba un taller literario y de lectura acompañada. Sabía que no era una casualidad, sino una causalidad. Respiré profundo y asistí a ese lugar sin tener en claro qué buscaba. Encontré gente maravillosa, al ser la más pequeña me convertí en una especie de muñequita que había que proteger. Susana Lamaisón, la conductora y profesora del taller, me impulsó a que ingrese al mundo de la escritura, del que nunca salí. Empecé el viaje más hermoso de personas que se aproximan a la integridad. Al desnudarse mediante las palabras, a amar cada manifestación de arte, por el sólo hecho de emerger de la profundidad humana.
Luego de algunas publicaciones de poemas en diarios o revistas, de causalidad, arribé a una página de Internet llamada Poeta Latino.
Dentro de la comunidad poética vía web, conocí seres extraordinarios. La modalidad es la publicación de poemas que luego se comentan. Encontré a Derian, José, Roxana, Lizi, Ani, Walter; Dani y Diana que confiaron en mí cuando me invitaron a moderar un foro de Taller Literario o formar jurado en un concurso de poetas destacados.
Debo agradecer a dos amigas de esa etapa de la vida, Ana María Reboredo y Sabrina Dulcich, que, junto a Susana Lamaisón, descubrieron este don que jamás imaginé. Esa sensibilidad poética, que si no formaran parte de la fotografía de mis días, jamás me hubiese dado cuenta que existía.
En el año 2003, la universidad, con tantos miedos y sueños incumplidos. Con la depresión del fin a una etapa de la vida: la instrucción secundaria. Pero con la mochila poblada de sabiduría. Gracias a Ferreira, a Pilar Viejo, una profesora/ amiga en la actualidad y la directora del colegio respectivamente.
¿Y qué esperaba de la elección del profesorado en Geografía? No sabía con exactitud. Simplemente, me preocupé por valer la oportunidad de desarrollar una carrera universitaria. El entusiasmo y las ganas de aprender todo cuanto llega a mis manos.
En el 2004, cursé Política Educativa, en clases tutoriales. Los conocimientos sobre política- educación- sociedad tocaron la puerta de la formación académica y saben que me enamoré de las Ciencias de la Educación. En ese momento comprendí que realmente era lo que deseaba seguir. Que el camino escogido se asemejaba a lo perfecto. Adopté como madrina- mamá a la docente de la materia, María Rosa Misuraca, agradezco sus mensajes de aliento, porque me contuvo, no sólo como alumna, sino también como persona. Y se alegró con mis logros, forma parte esencial de cada uno . Entristeció con mi titubeo, miedos o fracasos. Que me prestó un oído en las situaciones que me desestructuraban y quería bajar los brazos. Le debo mucho. Su ejemplo, su tutela, su magia de comprender. Demostrando que la lucha vale la pena, que los réditos dibujan nuevas perspectivas. Que el amor por la educación palpita al ritmo de cada latido del corazón.
Otro sueño cumplido, se concretó en el año 2005 cuando parimos nuestro primer libro junto a José, Derian, Roxana, Anita, Lizi, Norma y Walter . Un hijo que cuidamos durante mucho tiempo y que le dimos lanzamiento en el Café Tortoni. Esa noche, al recibir esta pieza de un núcleo organizado globalmente, una experiencia inolvidable.
Mi familia, que cuando les dije: “quiero ser profesora en Geografía” se alegraron y a la vez me preguntaron si realmente estaba segura, que no correspondía una tarea fácil de llevar a cabo. Pero en el momento que me brillaban los ojos al hacer lo que verdaderamente me gusta, recalcaron, “adelante, te seguimos”. Gracias por entender y confortar cada paso, en los que caí y volví a levantarme porque lo que no mata, fortalece. Por ser mi esencia y mis adjetivos calificativos.
A Viviana Zenobi, docente y mamá. Que tuvo que escuchar mis broncas y manifestar su aliento constante. Que da su ejemplo y se multiplica en sus alumnos. No sólo me enseñó a enseñar geografía, sino también a hacer de la geografía un mundo, un espacio socialmente construido.
María Esther Gómez, profesora de Geografía Argentina. Excelente persona, además de profesora, amiga y psicóloga de largas charlas. Me dio la posibilidad de conocerla más allá del aula. Que su hija Milagros, es como una sobrina y Milagro para mí. Que sus palabras siempre se figuran como una luz encendida con el sentimiento más bello de la amistad.
A mis hermanas del alma. Que si bien no tengo hermanos de sangre, me benefició la dicha de haber elegido las mejores amigas/ hermanas. A Romi, mi amiga de los tres años. Que en el jardín mientras todos corrían y jugaban, nosotras dos comíamos mandarinas debajo de un árbol, “soñando que éramos grandes”. A sus papás que son mis papás. Sil, mis dos hippies. Que me convidan pañuelos de afecto cuando lloro. Que me expresan “vamos, Jime, vos podes”. Que dibujan risas cuando no puedo sonreír. O me sacan la tristeza con chistes, miles, millones de instantes compartidos. Brindo porque de viejitas sigamos tomando chocolatada con vainillas o mates fríos con palitos flotando. Y recordemos historias. Que sigamos emocionándonos. Que nunca cambiemos los segundos de haber crecido juntas.
Mis compañeros de Estancia, Lau y Guille, mis padres adoptivos, porque me patrocinaron como hija, y me demuestran que la calidez humana aún existe.
Moni, Lau, Nata, Debi. Por lo que subsistimos en medio de batallas, las veces que recibimos tiros y jamás nos derrumbamos, porque una estaba para consolar a la otra. Y llevar amenamente la locura del trabajo.
Al tío Ricardo, la tía Azucena. Que jamás dejaron de preocuparse por mí. Porque esté bien. Porque mis alas no se debiliten.
Mis compañeras de ruta. Vir, Marian, Prisci, Vero, Marol. Que nos complementamos perfectamente. Y dividimos la tarea de aprender en amalgama.
A Marina, que me ayudó a acercarme a la realidad, a seguir en pie, a no vender los sueños.
Mis ciber- amigos Luis, Mauss, Mati. Graciela y Sheila, personificación de la bondad.
René y Fede, hermanos del alma, que conozco más de la cuenta, dos amores conmigo. Gracias por ilustrar la amistad entre el hombre y la mujer. Me bancan a morir, con locuras, mal humor, llantos, me obligan a dejar lo malo y rescatar lo positivo.
El año pasado, que ingresé por primera vez al aula y pensé que me había equivocado, que no podía. Pero cada vez que lo hago, se bosqueja en el pizarrón nueva esperanza. Al fin de la práctica me di cuenta que aprendí a amar la docencia tal como me enseñaron los grandes maestros y los profesionales de la vida. La que entra al aula, es una profesora de verdad, increíblemente real.
O cuando recibí la noticia de suplantar a mi profesora Teresa en mi colegio secundario. Me generó tantos sentimientos, por un lado júbilo... irme alumna y volver profesora, con la satisfacción del paso por la escuela, y la responsabilidad enorme de tener el lugar de quien me ayudó a decidir y no vacilar en la elección de mi carrera. Enseñar en familia. Ser receptora de la alegría de mis profesores, ahora colegas, testigos del desarrollo y evolución.
Hoy, 16 de septiembre de 2008 puedo decir que llegué a una meta. Una carrera cumplida. Un sueño, una ilusión, actualmente palpable.
Y cada uno de ustedes forma parte del atuendo de gala que viste mis días. Porque son una extensión de mi cuerpo. Manos cuando no logro escribir. Voz cuando siento que no puedo hablar. Ojos cuando no logro ver. Nuevas vías cuando se entumecen los pies. Fe cuando pierdo los anhelos. Mi norte. Cuando naufrago por los sueños.
Les agradezco profundamente con un VIP en mi corazón. Que esto recién empieza. Puedo entender, que crecí gracias a ustedes. Que aprendí a ser mejor persona. Sólo sé que son todo cuanto soy.

“Porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida”.

Y ustedes honran mi vida!

Gracias!

Los quiero mucho.

Jimena

Honrar la vida

No...
Permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida.

Merecer la vida no es callar ni consentir
Tantas injusticias repetidas
Es una virtud, es dignidad
Y es la actitud de identidad
Mas definida.

Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Por que no es lo mismo que vivir
Honrar la vida.

No...
Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida
Merecer la vida es erguirse vertical
Mas allá del mal, de las caídas.

Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad
La bienvenida.

Eso de durar y transcurrir
No nos da el derecho a presumir
Por que no es lo mismo que vivir
Honrar la vida.
Eladia Blázquez

Imagen: Jimena de pequeña en los brazos de mamá. Febrero de 1985.